Uno de aspectos más interesantes de la
evolución es el conocimiento de nosotros mismos y de nuestros orígenes. El hombre
forma parte del fenómeno evolutivo y representa la consecuencia de las revoluciones
adaptativas en todo su proceso de desarrollo histórico.
La civilización y la cultura tienen un componente
fundamental en le evolución orgánica del hombre. La evolución cultural tiene
sus raíces en la capacidad que tenemos para entender y trasmitir símbolos que
forman la base de nuestra cultura.
Eso sí, en ningún momento debemos olvidar que
como seres humanos formamos parte del Universo como cualquier otra especie. Que
si bien las adaptaciones actuales nos capacitan para manejar nuestro ambiente
en forma muy ingeniosa, ello no nos aleja más de otros organismos que la
habilidad que tienen las abejas para encontrar áreas con flores y transmitir
esa información a sus congéneres. Como ellas gozamos de ciertas habilidades,
pero finalmente ambas convivimos en esta tierra y por tanto no somos distintos.
Un aspecto del ser humano que está ausente en
los animales es la conciencia que tenemos de nuestra existencia como
individuos. Esto mismo supone que tenemos conciencia de nuestra muerte y de lo
que ella implica.
Una sociedad humana, entidad poblacional o
hábitat, es aquella que se considera a sí misma, a los habitantes y a su entorno;
todo ello interrelacionado con un proyecto común, que les da una identidad de
pertenencia. Asimismo, el término connota un grupo con lazos económicos,
ideológicos y políticos.
El hombre y su comportamiento.
La esencia del hombre es estudiada por la antropología filosófica. Esta disciplina abarca al hombre en su totalidad porque se apoya en su desarrollo histórico y en su evolución cultural. El hombre es la esencia del saber y de la construcción de modelos sociales.
En su insaciable anhelo de volver inteligible
la realidad, el saber racional del hombre se ha ido labrando sobre un tortuoso
y largo camino durante su proceso de desarrollo histórico, a cuyo través ha
desfilado toda una constelación de pensadores, cada uno con su particular modo de concebir la realidad, y un sinfín de escuelas que, por regla general,
han exhibido las más dispares y opuestas doctrinas.
Todo ello, como bien podemos suponer,
conforma un vasto panorama, variopinto y sumamente complejo, que obliga, en
aras del orden y la claridad, a establecer esa gama de clasificaciones que bondadosamente,
y tras ardua tarea, nos ofrecen los diferentes historiadores del pensamiento.
(1)
Durante el proceso de su desarrollo histórico
se ha realizado preguntas como:
·
Qué
puedo saber y encuentra su respuesta en la ciencia.
·
Qué
debo hacer y encuentra su respuesta en la moral.
·
Qué
puedo esperar y encuentra su respuesta en la religión.
·
Qué
es el hombre y encuentra su respuesta a través de la antropología filosófica.
Diversas concepciones
antropológicas
Elemento humano
|
Concepción
antropológica
|
Ejemplos
|
Razón
|
Racionalismo
|
El hombre como “animal racional”. Filosofía clásica:
Sócrates,Platón, Aristóteles.
Cartesianismo. El
hombre como sustancia pensante.
|
Voluntad
|
Voluntarismo
|
El hombre
como expresión de la voluntad de vivir. Schopenhauer.
El hombre como voluntad de poder. Ideal del
superhombre. Nietzsche.
|
Sentimiento
|
Romanticismo
|
Primacía del sentimiento sobre la razón. Rousseau
“existir es sentir”
|
Instinto
|
Naturalismo,
biologismo
|
El instinto o impulso
sexual como determinante de la conducta. Freud.
|
El desarrollo del hombre se sustenta en su
ascenso hacia categorías superiores que le permiten un modelo de vida más
confortable. La concepción del hombre tiene que ver con la época que lo caracteriza.
Cada una de las concepciones es parcial y no puede inferirse para toda la existencia humana.
El hombre es concebido como ser biológico,
ser psíquico y ser social. La dinámica de aquellos elementos da para concebirlo
como razón, como voluntad, como sentimiento, como instinto. Tales ideas
provienen de tres fuentes: la religión, la filosofía y la ciencia. (2)
El hombre siempre se ve obligado a seguir con
la dificultosa empresa de tratar de saber quién es él realmente, sobre todo al
considerar que en el mundo de hoy, aceleradamente cambiante y crítico, nos es
decisivo responder lúcidamente, y sin vacilaciones, al desafío e influencia que
ejerce sobre nosotros la constante creación de nuevas realidades científicas,
tecnológicas, artísticas, políticas, económicas, en una palabra: culturales.
El hombre no nace con criterio, juicio o
discernimiento, hay que formarlo. Es un animal que es capaz de transformar su
instinto y de crear el criterio ético. Este criterio se adquiere por reflexión
sobre los valores del bien y la bondad.
Criterios para el estudio del hombre
Hay una pregunta totalmente importante que es
inseparable de la pregunta de la existencia de Dios. La pregunta de si la vida
en la tierra existe a causa de una suerte y azar a través de la evolución, o a
causa de una creación especial por un Ser Supremo.
Existen dos criterios que permite resolver la
inquietud anterior:
·
Criterio
trascendentalista: concibe al hombre como producto de la creación divina. Su
destino se orienta a la búsqueda de formas para superar la vida terrenal y
luego trascender a una vida supra terrenal o eterna. El hombre como criatura de
Dios.
Según este criterio existe un ser superior,
Dios, responsable de la vida y del universo. El hombre le rinde tributo en todo
momento. Aparecen las religiones con cánones propios para rendirle el reconocimiento
y darle gracias por sus favores. (3)
La religión, según Gómez Pellón, da los
valores que contribuyen a estructurar una comunidad en torno a principios comunes.
Los valores básicos coinciden en todas las religiones: solidaridad, templanza,
humildad...". Tal vez no sea mensurable el valor biológico de la humildad,
pero sí hay muchos modelos que estudian el altruismo y sus posibles ventajas
evolutivas en diversas especies, incluida la humana.
También coinciden Carbonell y Gómez Pellón al
señalar el papel "calmante" de la religión. "La religión ayuda a
controlar la ansiedad de no saber", dice el antropólogo. "Cuanto más
se sabe, más se sabe que no se sabe. Y eso genera ansiedad. Además, el ser
humano vive poco. ¿Qué pasa después? Esa pregunta está en todas las culturas, y
la religión ayuda a convivir con ella, nos da seguridad" (4)
·
Criterio
inmanentista: concibe al hombre como producto de la naturaleza o de la
historia. Considera que más allá del hombre no hay Dios. Este criterio se aplica
a la evolución de Darwin, así como al materialismo histórico.
Para la teoría de Darwin, el hombre es un
animal evolucionado, la totalidad de su vida culmina en el momento mismo en que
ocurre su muerte biológica.
El evolucionismo sostiene que las especies se
modifican gradualmente. Las variaciones individuales favorables tienden a ser
conservadas y las desfavorables a ser destruidas (selección natural). La
selección natural ha sido el modo principal, pero no el único, de modificación.
El materialismo histórico, por su parte,
sostiene que la base de explicación del hombre y de su cultura es la situación
económica de la sociedad en cada lugar y época.
Los hombres hacen relaciones desde el punto
de vista de la producción y de estas determina la estructura económica de la
sociedad. Marx proporciona en el prólogo a “la contribución a la crítica de la
economía política” los principios fundamentales del materialismo histórico.
Coincidiendo con el pensamiento de Marx,
Engels defiende que la unidad del mundo no consiste en su ser sino en su
materialidad. El movimiento es la forma de existencia de la materia. En consecuencia
el pensamiento y la conciencia son productos del cerebro y por lo tanto el
hombre no es más que un producto de la naturaleza.
Según el materialismo histórico, la historia
de la filosofía comprende dos actitudes opuestas que abordan el problema de
pensar y del ser (pensamiento y realidad). ¿Qué es lo primero? ¿El espíritu o
la naturaleza? Los que afirman que el espíritu es primero dan lugar a las concepciones
idealistas de inspiración religiosa; mientras que los que afirman lo segundo
originan las concepciones materialistas.
En su capacidad de interpretar la realidad,
el hombre es el protagonista de su propia historia (plano inmanentista). Hoy
debe buscar qué es lo que determina sus móviles y a que se deben los choques de
las ideas, aspiraciones y contradicciones.
El problema fundamental radica en identificar
qué manifestaciones son específicamente humanas, es decir, que exteriorizan una
capacidad propia del hombre que no posee ningún otro animal.
Podemos llamar a eso específico del hombre de
una forma en la que hoy todos están de acuerdo: pensamiento reflexivo. Esta capacidad
hace que, en realidad, cada individuo humano sea meta específico, en el sentido
de que tiene una posibilidad de actuación que no depende exactamente de las
capacidades biológicas de su especie, sino de su individualidad.
Por eso, la manifestación más clara de
humanidad es el arte, en el sentido amplio del término, que produce la cultura.
Por ejemplo, los individuos de una determinada especie de ave fabrican un nido,
o emiten un canto, cuyas características son específicas, comunes a todos los
individuos de esa especie.
En la antigüedad, el
horizonte era fundamentalmente filosófico; los griegos interpretaron las cosas
en términos de naturaleza y al hombre como una naturaleza como todas las demás;
en ese contexto definió Aristóteles al hombre como animal racional. En la
filosofía escolástica se impuso la definición de hombre de Boecio:
"sustancia individual de naturaleza racional".
En la modernidad, a
partir de Descartes, hombre se identifica con –res cogitans– ser pensante que
accede a su consciente. En Kant el hombre se caracteriza por la permanencia de
la conciencia y como único sujeto que hace posible la existencia de un mundo
moral, fundado en su condición de ser libre y autónomo.
En la perspectiva
posmoderna se han dado diferentes concepciones de hombre, desde el punto de
vista muy distintos como el sociológico y el sicológico, pero se aprecia una
perspectiva de no considerar al hombre en términos de "cosa" ni
tampoco de "yo" descorporizado.
La esencia del hombre
consistirá ahora en el "espíritu" y según Scheler se denomina hombre
"al centro activo en que el espíritu se manifiesta", a diferencia de
todos los centros funcionales de vida que considerados por dentro, se llaman también
centros” anímicos". El orden anímico es el de la vida, el orden espiritual
es el del hombre.
Teorías sobre el
desarrollo del hombre
· Teoría
clásica del hombre por su capacidad de relación, o del homo sapiens: define al
hombre como un animal racional. De acuerdo con esto, el género más próximo del
concepto hombre es la animalidad, pero lo que lo diferencia de los demás
animales es la racionalidad o sea la capacidad de comprender, de abstraer o de
retener nociones universales llamadas conceptos. La razón es lo que permite al
hombre separar al hombre del animal.
· Teoría
del homo habilis o Faber: define al hombre como un ser práctico y se desarrolla
en teorías naturalistas, en el positivismo y en el pragmatismo,
fundamentalmente. Según esta teoría no hay diferencia esencial entre el ser
humano y el animal. Solo se encuentra, entre ambos, diferencias de grado; es decir,
en el hombre se dan los mismos elementos que en los demás seres vivos, pero
difiere de éstos en que, en el hombre se manifiestan en una forma más compleja
y desarrollada. El homo Faber surge para modificar el entorno. Como ser
reflexivo fabrica herramientas con una finalidad concreta. Ser humano significa tener un cierto dominio
de su entorno, tanto en lo que se refiere al mero conocimiento de él como a la
posibilidad de actuar y transformarlo o utilizarlo para sus fines. Pero el
conocimiento y la actuación humanos no se realizan de modo directo sino de modo
mediato. El ser humano sólo puede conocer algo a través de otras cosas y sólo
puede actuar sirviéndose de instrumentos
que faciliten esa operación. El hombre no es solamente un homo Faber,
sino primordialmente un homo instrumentalis y solamente porque es instrumental
puede también ser productor.
· Teoría
del hombre como animal simbólico: define al hombre a partir de sus estados
sicológicos: pasiones, ideas, creencias, decisiones, preferencias etc. Y de sus
estados frente a su obra en el paso por la vida. El hombre construye su propio
universo simbólico formado por todas sus creaciones culturales: mito, arte, religión
etc. La historia del desarrollo humano revela una incesante búsqueda de nuevas
tareas a realizar y de nuevos instrumentos para realizarlas. Desde la piedra
natural concebida como instrumento rudimentario hasta el sistema informático
moderno el ser humano ha aprendido a instrumentalizar todo lo que ha hallado en
su camino y a crear utensilios cada vez más complicados y de mayor alcance
espacio-temporal con ayuda de otros utensilios precedentes más simples. La
propia creación de instrumentos exige, ella misma, instrumentos. Tiene
capacidad de interpretación, crea lenguaje, arte, creencias, ritos y ciencias.
· Teoría
humanista realista: se fundamenta en la teoría marxista. Según esta la historia
no hace nada, es el hombre, en cambio, el hombre efectivo y viviente el que lo
ha hecho todo, el que posee, el que combate. El hombre es un ser productor,
transformador y creador. Mediante su trabajo transforma la naturaleza exterior
y a la vez crea un mundo a su medida. Si partimos de que lo verdaderamente real
en nuestra vida son nuestras actividades, aquello a lo que estamos dedicados, y
no las cosas que nos rodean, ya que la realidad de las cosas que nos rodean
depende de nuestras actividades, llegamos a la conclusión de que nuestro cuerpo
y nuestras facultades mentales son los primeros instrumentos al servicio de
nuestra actividad creadora. O lo que es lo mismo, que no hay primero un sujeto
dado y luego una actividad, sino que la actividad crea tanto el sujeto como el
objeto. Lo que nos distingue como personas humanas concretas son nuestras
actividades. "Por sus obras los conoceréis", hemos oído decir. Un yo
o una persona que no haya obrado en absoluto, no es ni yo ni persona. Un cuerpo
inerte no es un ser vivo y la vida consiste en la actuación mediatizada por lo
material, que sirve como soporte de la actividad y recibe su sentido de ella.
No obstante, el ser humano no se limita a los utensilios materiales. El logos
humano posee la capacidad de crear utensilios inmateriales y simbólicos que son
justamente la ventaja que le coloca por encima del animal, pero también lo que
nos hace perdernos en un mundo de ficciones creadas por nosotros mismos. La
función simbólica del conocimiento y el obrar humanos tiende a confundir la
actividad y su sentido con el utensilio en que dicha actividad se apoya.
Confundimos incluso un instrumento por otro. Creemos que el dinero es algo
sustancial y que el nombre de una cosa es la cosa misma.
El único ser capaz de crear cultura es el
hombre. Su avance y progreso en la cultura lo manifiesta a través del lenguaje, uso de símbolos, y de
su sistema nervioso complejo con funciones elevadas como la memoria, el
raciocinio, etc. (5)
Pero la cultura tiene diferentes niveles y
cada hombre, como miembro de una sociedad, tiene una cultura específica. Por lo
tanto no se concibe un hombre sin cultura ni una cultura sin hombres. Existen
ambos en un interjuego dialéctico de ida y regreso, ambos necesarios entre sí.
Ser humano significa tener un cierto dominio
de su entorno, tanto en lo que se refiere al mero conocimiento de él como a la
posibilidad de actuar y transformarlo o utilizarlo para sus fines. Pero el conocimiento
y la actuación humanos no se realizan de modo directo sino de modo mediato.
El ser humano sólo puede conocer algo a
través de otras cosas y sólo puede actuar sirviéndose de instrumentos o prótesis
que faciliten esa operación. El hombre no es solamente un homo Faber, sino
primordialmente un homo instrumentalis y solamente porque es instrumental puede
también ser productor.
El hombre como un ser diferencial de
conductas
El hombre en su condición de individualismo
observa que su conducta es la más lógica, la más aceptable y normal y mira con
extrañeza el accionar ajeno calificándolo en forma subestimada y muchas veces
ridiculizándolo. Esta consecuencia se debe al carácter que nos ha formado la
cultura en que nacimos y a través de aquella vemos el mundo con los elementos
tomados de aquella cultura.
La interposición de elementos culturales y su
articulación permiten al hombre compartir culturas para lograr seguridad y
cohesión en el comportamiento humano. Las conductas compartidas ayudan a
reconstituir los nexos entre culturas y esta condición orienta la definición de
la supracultura humana como estrategia de avance y progreso.
La cultura es la expresión del hombre
plasmada en el conocimiento, en las creencias, el arte, la religión, del derecho,
las costumbres; en cada época y en la época en que vive.
La cultura hay que considerarla como un
sistema. El sistema es algo más que la suma de las partes. Los sistemas están
conformados por elementos interrelacionados de tal manera que forman una
estructura particular y un todo. Dos sistemas pueden tener los mismos elementos,
pero al estar relacionados de diferente manera, resultan ser totalmente distintos.
Así si quiero dar cuenta de un sistema, por
ejemplo si quiero estudiarlo, no tengo que solamente enumerar los elementos
sino que explicar cómo estar relacionados entre sí. De lo anterior se desprende
que la cultura es una manera particular de interrelación de los elementos integrantes.
Por lo tanto podemos afirmar que existe una
diferencia de cualidad y no de grado entre los animales y el hombre. Es decir,
el hombre no posee algo más en cantidad que los animales (grado) sino que posee
algo que los otros animales no poseen (cualidad) y lo hace único: el uso del
símbolo, el cual abre las posibilidades del lenguaje.
El ser humano está dotado de una capacidad
natural de dominar las fuerzas naturales y de mejorar su calidad de vida y la
de sus semejantes.
Tiene también la posibilidad de planificar su
actuación y de determinar lo que es conveniente o perjudicial y lo que es deseable
o no, tanto desde el punto de vista de la consecución de un fin concreto como
desde el punto de vista ético o de interés social. Para ello se halla empeñado
en la construcción de artefactos e instrumentos, tanto materiales como inmateriales
cuyo alcance en el tiempo y en el espacio está llegando a límites que
asombrarían a nuestros predecesores. (6)
El ser humano está dotado de una capacidad
natural de dominar las fuerzas naturales y de mejorar su calidad de vida y la
de sus semejantes. Tiene también la posibilidad de planificar su actuación y de
determinar lo que es conveniente o perjudicial y lo que es deseable o no, tanto
desde el punto de vista de la consecución de un fin concreto como desde el punto
de vista ético o de interés social.
Para ello se halla empeñado en la construcción
de artefactos e instrumentos, tanto materiales como inmateriales cuyo alcance
en el tiempo y en el espacio está llegando a límites que asombrarían a nuestros
predecesores de hace apenas cincuenta años.
La investigación científica nos permite saber
cuáles son los peligros que tenemos que evitar y cuales son las medidas a tomar
para hacer del planeta tierra un planeta del bienestar.
Lo único que amenaza al ser humano es el
propio ser humano. Una sociedad global encierra graves problemas de entendimiento
y comunicación cuya solución es difícil pero no imposible.
Los medios concretos para alcanzar la verdad
y el bien no están dados definitivamente a cada ser humano, porque es la
libertad de cada uno quien tiene que elegirlos. Está dado el fin general de la
naturaleza humana (felicidad, perfección), pero no los medios que conducen a
esos fines.
La orientación general está dada por nuestra
naturaleza humana, pero ésta necesita que la persona elija los fines secundarios
y los medios. Y, dado que no es instintivo en el ser humano alcanzar los fines
naturales del hombre, la naturaleza humana tiene unas referencias orientativas
para la libertad; es decir, tiene unas normas, unas leyes que le permiten
encauzar libremente el cumplimiento de ese anhelo constitutivo, y que
configuran la guía de la naturaleza humana. Si se vive lo indicado en ellas,
estaremos un poco más cerca del objetivo; si no se vive, nos alejaremos de él.
La primera de las normas de esta guía de la
naturaleza humana tradicionalmente se ha formulado así:
Haz el bien y evita el mal. No un mal y un
bien externos y extraños a nosotros, sino nuestro mejor bien, evitando lo que
nos daña: hacer el bien y evitar el mal es una invitación positiva a que cada
uno haga de sí mismo el mejor de los proyectos posibles.
Eso son las normas morales, que tienen como
fin establecer unos cauces para la que la libertad elija de tal modo que
contribuya a los fines y tendencias naturales. La ética estudia cómo y de qué
modo son obligatorias las normas morales, y cuáles son en concreto esas normas
morales.
Esas normas no se cumplen necesariamente,
sino sólo si uno quiere. Pero están ahí porque la realidad humana está ahí, y
tiene sus leyes, sus caminos. Y es que el desarrollo de la persona y el logro
de sus fines naturales tienen un carácter moral, ético. La ética es algo
intrínseco a la persona, a su educación, y a su desarrollo natural. Es el
criterio de uso de la libertad.
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