jueves, 8 de agosto de 2013

T7A CULTURA POLÍTICA, PARTICIPACIÓN Y DEMOCRACIA

“Una cultura es una acumulación de invenciones tecnológicas, ideológicas y sociales. En cada sociedad esta acumulación es selectiva y por lo tanto única y no repite nunca exactamente las acumulaciones hechas en otras sociedades. Por eso cada cultura tiene su propio estilo, así como cada hombre tiene su personalidad distintiva”. (Timasheff 1961:380)

La cultura no es exclusiva de las naciones. La cultura puede ser empresarial, en grupos étnicos, y toda agrupación de personas o colectividad que emplea signos especiales, tiene costumbres distintivas o sostiene una forma de pensar particular. (Thompson 1990).

 Utilizamos la noción de cultura política cuando pretendemos estudiar los modelos o matrices culturales que están implícitas en nuestra concepción de la política, al considerar que ésta siempre está mediada por referentes o filtros culturales.

El acento no sólo se hace en la diversidad de la praxis y de las instituciones políticas, sino también en las creencias, en los ideales, en las normas y en las tradiciones que colorean de manera particular y dan significado a la vida política en ciertos contextos; se ha ido difundiendo el uso de la expresión cultura política para designar el conjunto de actitudes, normas y creencias, compartidas más o menos ampliamente por los miembros de una determinada unidad social y que tienen como objeto fenómenos políticos.

Forman parte de la cultura política de una sociedad las orientaciones actitudinales más o menos difundidas, como por ejemplo, la indiferencia, el cinismo, la rigidez, el dogmatismo o por el contrario, el sentido de confianza, la adhesión, la tolerancia hacia las fuerzas públicas, también forman parte de aquella, las normas – el derecho y el deber de los ciudadanos de participar en la vida política, la obligación de aceptar las decisiones de la mayoría, la exclusión o no del recurso a formas violentas de acción (1)

(1) http://unab.edu.co/portal/page/portal/UNAB
http://editorial.unab.edu.co/revistas/reflexion/pdfs/dem_12_1_c.htm.

“El diccionario de cultura política establece que “el termino cultura política se usa para designar el conjunto de actitudes normas y creencias, compartidas más o menos ampliamente por los miembros de una determinada unidad social, y que tienen como objeto los fenómenos políticos”(Bobbio y Matteucci, 1981:470).

…Uber Puerta, considera que una cultura política es en realidad una mezcla de principios valores y prácticas democráticas y antidemocráticas de aptitud, ineptitud, de pericia o impericia política. Este autor, estudioso de este tema en Colombia, propone que la cultura política de una nación se manifiesta en creencias, concepciones, evaluaciones y valoraciones que se hacen en relación con el sistema político.

…En esta perspectiva se puede afirmar que la cultura política nos remite a un contexto particular, que se desarrolla en un momento histórico; por ejemplo es particular la cultura política y ámbito de preocupaciones, como la dinámica de participación que existía, así como los paradigmas y discusiones, que se dieron en la época de la independencia en Colombia, los que implicaron una insubordinación frente a la condición de súbdito, de no ciudadano y sin derechos frente a la corona por su condición de criollo. Hoy en Colombia los paradigmas son otros, los problemas y los retos de la sociedad colombiana contemporánea son diferentes y revisten otras complejidades.

…En los diferentes momentos de la historia colombiana, se ha seguido construyendo y reconstruyendo la cultura política con diferentes matices que hoy se pueden identificar con visos casi idiosincrático.

En la práctica, la cultura política se expresa en las formas de resolver los conflictos, en la formas de liderazgos apreciados y aceptados, sean líderes demócratas, populistas, caudillos mesiánicos, o dictadores autócratas; la cultura política se hace visible al observar las formas de autoridad con que se ejerce el poder, el clientelismo que se da o no en el manejo de la política, el respeto con que se acata la ley, o la ilegalidad con la que se burla la norma, que algunos consideran erradamente astucia.

…La cultura política también se expresa, en la forma en que se asumen o eluden las responsabilidades cívicas, en el uso de la libertad, en la participación o apatía para el análisis de los asuntos públicos o para la toma de decisiones, cuando por ejemplo se tiene la oportunidad de ejercer el derecho al voto.

Ahora bien, el desarrollo de la democracia no se da sin el desarrollo de la participación de los ciudadanos, y esta última, implica su vinculación activa en la toma de decisiones, por lo cual es necesario superar la condición de súbditos y apersonarse de los derechos, deberes y responsabilidades que tenemos como ciudadanos; es necesario sentar un código ético, en donde los principios y directrices, sean el bien común, la búsqueda del bienestar colectivo, incluso aquello que Fernando Savater llama la madurez cívica.

…Es indudable que el desarrollo de la democracia requiere de la participación activa y responsable de los ciudadanos, más aun, si tenemos en cuenta que la complejización social que se da diariamente, ineludiblemente nos llevará al surgimiento de nuevos conflictos, a la puja de intereses, a debates, a nuevos retos, como parte obligada de ese devenir social.

Para que sea más incluyente y equitativa, la sociedad colombiana requerirá entre otros aspectos, de mutaciones de la cultura política actual; algunas de ellas, tienen que ver con las formas de ver y actuar frente a lo público, las formas de hacer política y del ejercicio del liderazgo político, en la construcción de acuerdos, etc., Tendremos como ciudadanos que transformar nuestra sensibilidad, movilidad, conocimiento y valoración frente a lo público y frente a la construcción de sociedad.

…Es preciso llegar a una madurez cívica, reto a superar si tenemos en cuenta que somos una sociedad altamente individualista que debe transformarse, y llegar a la conciencia de que lo público es lo que es de todos y que en esa medida no es mío solamente y por ello merece toda mi consideración y respeto, pero a la vez, también me permite su disfrute o beneficio, en la medida en que yo soy parte de él.

Si no transformamos la cultura política y sus prácticas anti éticas, excluyentes y antidemocráticas, se seguirán reproduciendo las prácticas que conocemos, con todas sus anomalías, engaños y exclusiones, que son deformaciones del ideal de democracia”. (2)

(2) YAHELL GALLEGO BADILLO
Asesora Despacho Viceministra del Interior
http://www.mij.gov.co/econtent/library/documents/DocNewsNo1780DocumentNo4362.PDF

FUERZA CONSTRUCTORA DE CULTURA

El pueblo necesita, para consolidarse como fuerza constructora de la cultura que es, dentro de un espacio y tiempo delimitado; un modo de representación de los intereses individuales y grupales para que la política ejercida en la sociedad sea la voluntad de sus intereses. De ésta manera, la cultura guardaría relación, entre otras dimensiones, con la política.

La Política, es el proceso y actividad, orientada ideológicamente, de toma de decisión de un grupo para la consecución de unos objetivos. Estos objetivos deben de ir acorde a los intereses compartidos del pueblo. La noción de cultura política aborda una pluralidad enorme y compleja de fenómenos. La cultura política son los antecedentes de la sociedad y su respuesta a ello; es decir, es el resultado de procesos históricos, y es a su vez la respuesta a los acontecimientos pasados.

La cultura política es la forma en que se manejen estos acontecimientos y qué se elija para proceder a la acción a nivel grupal. El estudio de cada uno de los fenómenos sociales que conforman la cultura política demanda igualmente diversas aproximaciones, diferentes confluencias interdisciplinarias, así como distintos enfoques metodológicos, a las múltiples disciplinas que concurren al estudio de la cultura política o las culturas políticas: historia de la cultura, sociología política, semiología, antropología política, psicología social, ciencia política, lingüística y los estudios de comunicación de masas. (3)

(3)http://es.wikipedia.org/wiki/Cultura_pol%C3%ADtica.

Toda sociedad construye una forma de representarse al mundo y de explicarse los distintos fenómenos tanto naturales como aquéllos en los que interviene el hombre. La cultura es el conjunto de símbolos, normas, creencias, ideales, costumbres, mitos y rituales que se transmite de generación en generación, otorgando identidad a los miembros de una comunidad y que orienta, guía y da significado a sus distintos quehaceres sociales.

La cultura da consistencia a una sociedad en la medida en que en ella se hallan condensadas herencias, imágenes compartidas y experiencias colectivas que dan a la población su sentido de pertenencia, pues es a través de ella que se reconoce a sí misma en lo que le es propio.

La política es el ámbito de la sociedad relativo a la organización del poder. Es el espacio donde se adoptan las decisiones que tienen proyección social, es decir, donde se define cómo se distribuyen los bienes de una sociedad, o sea, que le toca a cada quién, cómo y cuándo.

Los valores, concepciones y actitudes que se orientan hacia el ámbito específicamente político, es decir, el conjunto de elementos que configuran la percepción subjetiva que tiene una población respecto del poder, se denomina cultura política.

La noción de cultura política es tan antigua como la reflexión misma sobre la vida política de una comunidad. Para referirse a lo que hoy llamamos cultura política, se ha hablado de personalidad, temperamento, costumbres, carácter nacional o conciencia colectiva, abarcando siempre las dimensiones subjetivas de los fenómenos sociales y políticos.

Dicho de otra manera, desde los orígenes de la civilización occidental ha existido una preocupación por comprender de qué forma la población organiza y procesa sus creencias, imágenes y percepciones sobre su entorno político y de qué manera éstas influyen tanto en la construcción de las instituciones y organizaciones políticas de una sociedad como en el mantenimiento de las mismas y los procesos de cambio.

La cultura política de una nación es la distribución particular de patrones de orientación sicológica hacia un conjunto específico de objetos sociales los propiamente políticos entre los miembros de dicha nación. Es el sistema político internalizado en creencias, concepciones, sentimientos y evaluaciones por una población, o por la mayoría de ella.

COMPONENTES DE LA CULTURA POLÍTICA DEMOCRÁTICA

La ciudadanía. En principio, la cultura política democrática está sustentada en la noción de ciudadanía un grupo de individuos racionales, libres e iguales ante la ley, que conforman el sujeto por excelencia de la cosa pública y de la legitimación del poder, puesto que la fuente primera y última del poder es la voluntad del pueblo, es decir, de la ciudadanía. Es una noción que en su sentido más profundo condensa los rasgos y los factores que dan forma a una cultura política democrática.

El concepto de ciudadano recoge y engloba tres tradiciones: la liberal, la republicana y la democrática, que aunque invocaban principios y valores diferentes en sus orígenes, han llegado a integrarse en lo que se denomina hoy democracia liberal.

En su acepción moderna, el concepto de ciudadano tiene como premisa al individuo liberado de sus ataduras comunitarias, pero abandonado a sus propias fuerzas. Y es que la idea misma de individuo es producto de la lucha contra las jerarquías corporativas que concebían y valoraban a los hombres en función de criterios tales como el designio divino, el nacimiento o la guerra, y no en tanto personas nacidas con igualdad de derechos.

La idea de ciudadanía implica, asimismo, ir más allá del espacio privado, que es el área de las necesidades más inmediatas del hombre y de la lucha por satisfacerlas. En el mundo moderno, caracterizado por la diferenciación entre lo privado y lo público, el hombre tiene una existencia privada que lo hace ser burgués, proletario, miembro de la clase media, etc., mientras que en el espacio público aparece alejado de dichas determinaciones y reconocido formalmente como individuo sin distingos étnicos, raciales, sociales, ideológicos, económicos, etcétera.

El ciudadano es el protagonista de la esfera pública ya claramente diferenciada de la privada. 

Adicionalmente, ya no es un súbdito del Estado que solamente está llamado a obedecer los dictados del poder o a someterse bajo el imperativo de la fuerza, sino que participa directa o indirectamente en el diseño de dichos dictados y, desde luego, en la fundamentación misma del poder del Estado, al ser el titular de la soberanía.

De ahí que un elemento principal de la orientación política democrática sea la creencia de que se tiene cierto control sobre las élites políticas y sobre las decisiones que éstas adoptan.

El modelo cívico, fórmula específica con la que se identifica a la cultura política propia de democracias estables y asentadas, supone la existencia de individuos racionales que en la esfera privada son egoístas e interesados porque velan por la promoción de sus intereses, mientras que en la pública son responsables y solidarios. Es ahí donde se recrea el presupuesto de la supremacía de la esfera de lo público sobre la esfera privada, que es una herencia republicana.

La noción de ciudadano se expresa nítidamente en el término elector (o votante), que es una categoría jurídico-política básica que iguala a los individuos entre sí, puesto que desde que se instauró el sufragio universal y secreto en el curso del siglo XIX y principios del XX cada elector, independientemente de su situación social particular, tiene el mismo peso al ejercer su derecho al sufragio. En otras palabras, el voto de un millonario o del presidente de la república cuenta lo mismo que el de un desempleado, un campesino o un ama de casa.

Sin embargo, hay una diferencia cualitativa entre pensarse y actuar como elector y hacerlo como ciudadano, ya que aunque actualmente ambas categorías se identifican jurídicamente, puesto que el ciudadano (en la Constitución mexicana, por ejemplo, es el mexicano que ya cumplió 18 años y tiene un modo honesto de vivir) es justamente aquel que tiene derecho a sufragar y, por ese conducto, a elegir a sus gobernantes, el significado de elector se reduce a dicho derecho. El término ciudadano tiene una connotación que rebasa la mera formulación normativa para alcanzar una dimensión política en sentido estricto.

La participación. El ciudadano quiere, al igual que el elector, ser antes que nada un sujeto activo de la política, un miembro de la sociedad con capacidad para nombrar a sus representantes y a sus gobernantes; pero también quiere organizarse en defensa de sus derechos, para ser escuchado por el gobierno y, en fin, para influir en los rumbos y direcciones de la vida política en el sentido más amplio.

De ahí que una premisa básica de los valores y actitudes democráticas sea la participación voluntaria de los miembros de una población. La participación incrementa el potencial democrático de una nación justamente porque aumenta el compromiso ciudadano con valores democráticos tales como la idea de una sociedad atenta y vigilante de los actos del gobierno e interesada en hacerse oír por éste.

La sociedad abierta, activa y deliberativa. Inspirada en principios liberales que defienden la concepción de una sociedad con amplios márgenes de autonomía frente al Estado, una cultura política democrática concibe a la sociedad como entidad abierta en la que se fomentan y se recrean la discusión de los problemas, el intercambio de opiniones, la agregación y articulación de demandas, es decir, las virtudes cívicas de asociación y participación.

Las sociedades democráticas modernas se caracterizan por la gran cantidad de organizaciones y asociaciones que se forman y a las que se incorporan los ciudadanos para promover los más diversos ideales y demandas sociales (asociaciones en defensa de los derechos humanos, de combate a la pobreza y al hambre, organizaciones y movimientos feministas, ecológicos, pacifistas).

En los últimos años este activismo de la sociedad se ha reflejado en la proliferación de los llamados organismos no gubernamentales (ONGs), cuyo rasgo distintivo es justamente su celo por mantenerse independientes de todo tipo de injerencia de los gobiernos o instituciones estatales. (4)

(4)Almond, Gabriel y Sidney Verba, La cultura cívica. Estudio sobre la participación política democrática en cinco naciones, Madrid, Fundación de Estudios Sociales y de Sociología Aplicada, 1970.
http://www.ife.org.mx/documentos/DECEYEC/la_cultura_politica_democratica.htm#I

LA SOCIALIZACIÓN POLÍTICA

La socialización política, que hace referencia al tema de cómo, qué y cuándo aprende la población acerca de la política, es un proceso de aprendizaje e interiorización de valores, símbolos y actitudes frente a la política, de larga duración y mucho menos directo, formal y cognoscitivo que el aprendizaje escolar. Se trata de un proceso eminentemente cultural en la medida en que intenta insertar al individuo en su sociedad al hacerlo partícipe del código de valores y actitudes que en ella son dominantes.

La socialización política sirve de lazo de unión entre las orientaciones de una población hacia los procesos políticos y las normas que el sistema reclama como las guías de su desempeño. La socialización es la adquisición de una inclinación hacia determinado comportamiento valorado de manera positiva por un grupo, junto con la eliminación de disposiciones hacia una conducta valorada negativamente por dicho grupo.

Visto desde el punto de vista del sistema político, la socialización política es la garantía de la perpetuación de la cultura y las estructuras que lo configuran, pues fomenta su reconocimiento y aceptación por parte de los ciudadanos, lo que no es sino una manera de reforzar su legitimidad. En otras palabras, el objetivo de la socialización es conseguir que los individuos se identifiquen y estén conformes con la estructura normativa y política de una sociedad.(5)


(5)http://www.ife.org.mx/documentos/DECEYEC/la_cultura_politica_democratica.htm#V1

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