La globalización es un término que guarda
estrecha relación con la palabra integración (integración de países, regiones,
mercados, economías, costumbres, etc.), y es un proceso que se ha venido dando
a nivel mundial, en el cual muchos de los aspectos de la vida humana de unos
lugares se ha ido relacionando e interconectando con los de otros y, en
general, con el mundo entero.
Desde el punto de vista
económico, la globalización ha sido promovida a través de la disminución de las
regulaciones en los mercados, las transacciones de dinero, los acuerdos de
libre comercio, la creación de bloques económicos y/o mercados comunes entre países
y regiones, entre otros.
Este proceso de integración
mundial ha tenido tanto seguidores como críticos. Por un lado, integrar la
economía de un país con la del resto del mundo permite abrir nuevas
oportunidades de crecimiento al país, nuevas fuentes de recursos, mayor
comercio internacional, nuevos destinos para los productos nacionales, entre
otros beneficios; igualmente, permite encontrar en el exterior productos que
pueden ser utilizados en la economía nacional y que pueden representar un
beneficio, mientras que, a nivel internacional, permite el desarrollo de
instituciones comerciales internacionales, sistemas de producción integrados,
etc.
Sin embargo, cuando las economías están muy
integradas, se corre el gran peligro de sufrir los efectos de situaciones que
se presenten en otros lugares sobre las cuales no se tiene ningún control.
Estas situaciones críticas pueden traer beneficios pero también pueden generan
efectos desastrosos, no solamente en el lugar del problema sino en otros países
y regiones, provocando desajustes, crisis e inestabilidades de gran magnitud.
Este gran peligro ya ha
mostrado sus consecuencias en el mundo. La crisis asiática fue uno de los
acontecimientos más grandes que puso en evidencia los peligros de la
globalización: en algunos países asiáticos que presentaron gran crecimiento
temporal, las inversiones disponibles después de un tiempo dejaron de ser tan
rentables, produciéndose una desaceleración de la economía que desincentivó la
inversión, generándose fugas de grandes recursos hacia otros destinos, con
graves consecuencias para los socios comerciales de estos países.
Por ejemplo, el sector financiero japonés tenía
invertido aproximadamente el 40% de su cartera en el sudeste asiático; al
sobrevenir la crisis, la quiebra de corporaciones e instituciones fue masiva,
con terribles efectos para los habitantes de estos países y los de otros en los
cuales estos bancos hacían presencia, incluyendo el propio Japón.
La tecnología ha sido un
factor fundamental en el proceso de globalización: el avance en las
telecomunicaciones, en los sistemas de información, en la interconexión entre
personas alrededor del mundo ha permitido que el comercio y los recursos, se
movilicen, redireccionen o reinviertan rápidamente. Por lo tanto, si se presentan
oportunidades en uno o muchos lugares, la distancia ya no es un impedimento
para acceder a ellas; de la misma forma, cuando se presentan peligros
inminentes, se puede lograr la rápida salida de los recursos de ese lugar sin
importar lo lejano que esté.
Las políticas económicas de
los países han tenido que tomar nuevos rumbos con el fin prever las anteriores
situaciones e implantar mecanismos para contrarrestarlas. Algunos de estos
mecanismos afectan las finanzas nacionales porque implican recortes presupuestales
en inversión social para destinar recursos a estos nuevos propósitos. Como
consecuencia, se ve afectando el nivel de vida de los habitantes.
El proceso de globalización no
es únicamente económico, en muchos campos (culturales, ambientales, etc.)
también se ha desarrollado con aspectos positivos y negativos; sin embargo,
siendo éste un sistema cada vez más predominante, es necesario que se encamine
hacia la búsqueda del bienestar humano, hacia la búsqueda de soluciones a los
problemas y necesidades sociales y económicas de las naciones y del mundo en
general. (1)
( (1) http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/ayudadetareas/economia/econo34.htm
HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONÓMICO
Para dar una mirada muy general y somera a la
historia del pensamiento económico, haremos un recorrido por las principales
tendencias económicas que han existido a lo largo de la historia de la
humanidad.
Los griegos fueron los primeros que trataron de
tener un conocimiento sobre el funcionamiento de la economía. Hesíodo,
Jenofonte, Platón y Aristóteles se destacaron por buscar explicación a los
fenómenos económicos que acontecían en su época.
Durante la era feudal, comprendida entre los
siglos VIII y XIII, aproximadamente, se empezaron a presentar dos fenómenos
que, posteriormente, Douglas North llamaría |las relaciones sociales y los
derechos de propiedad.
La economía mercantilista marca una pauta
importante en el desarrollo de la ciencia económica. Tuvo sus inicios en
Inglaterra y Francia, implantándose en el mundo entre los años 1500 y 1750,
aproximadamente.
Los mercantilistas consideraban que la riqueza
en el mundo era fija, y estaba representada por la cantidad de metales
preciosos y semipreciosos que se poseyeran. La anterior idea los llevó a tomar
medidas proteccionistas para evitar que la riqueza pudiera salir de un país. El
comercio exterior, a través de una balanza comercial positiva (exportando más
de lo que se importara), se convirtió en la clave para obtener poder y riqueza.
Una visión contemporánea pero enfocada hacia las
relaciones sociales de la producción industrial es la de Carlos Marx. Para él,
la producción industrial generaba un excedente que no se redistribuía en el
salario de los trabajadores sino que era acumulado por el propietario del
capital y de los medios de producción.
Desde finales del siglo XIX y
hasta mediados del siglo XX, se desarrolla un movimiento que defiende
fuertemente al liberalismo y al individualismo: los neoclásicos. Sus
principales puntos de análisis fueron la plusvalía y la maximización de los
beneficios.
Reconocidos representantes de ellos son Keynes y
Say, quien formuló la ley del pleno empleo, mientras que Keynes decía que los
individuos intercambian instintivamente y, por lo tanto, el mercado es
consecuencia de un orden natural, de la misma manera que lo es la acumulación
de capital.
Este orden natural es guiado por la revelación de las preferencias
de los individuos a un subastador, quien encuentra el precio en el que se
vacían los mercados, de tal suerte que el único mecanismo que evita el
monopolio es la concurrencia del mercado. Así, la autorregulación da origen al
concepto de “la mano invisible”.
Entre las últimas escuelas de pensamiento
económico se encuentran las de los neo-neoclásicos. Ellos agrupan varias
corrientes, entre ellas las de los monetaristas y los neoinstitucionalistas.
Los monetaristas son conocidos gracias a Milton Freeman, quien afirmaba que las
fallas en el mercado se debían, en buena parte, a la intervención del Estado.
Los neoinstitucionalistas se centran en los fenómenos sociales y en la
cooperación económica. Gran parte de sus ideas son una crítica al neoclásico Marshall,
argumentando que, para que la distribución de la riqueza sea eficiente, son
necesarias las instituciones. (2)
(2) http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/ayudadetareas/economia/econo1.htm
EL MODELO ECONÓMICO
Todos los problemas planteados a escala
planetaria y local tienen un denominador común y radican en el funcionamiento
del actual sistema económico. El modelo hoy dominante es aquél que dice que la economía
va bien cuando crece el producto interior bruto (PIB).
Este modelo no tiene en cuenta cuánto cuesta a
la colectividad en términos ecológicos y sociales el crecimiento de un punto
del PIB. No tiene en cuenta que la capacidad de crecimiento económico es
finita, ni tampoco tiene en cuenta las limitaciones del sistema natural que
están llevando al planeta al infarto ecológico.
El PIB: un Producto Insostenible y Bruto...
El PIB es la vaca más sagrada de todas las vacas
sagradas de la economía. El PIB mide el valor de las mercancías producidas.
Cuanta más producción, más crecerá el PIB; cuanto más crezca el PIB, mejor
viviremos y más riqueza habrá. Pero la estadística nos enseña que en los
últimos quince años el número de empleos no ha ido en aumento y en cambio el
PIB habrá crecido un 60% en términos nominales.
La perversión del sistema vigente de
contabilidad puede llegar a extremos insólitos. Es el caso del gravísimo
terremoto de 1994 en Kobe (Japón). Alguien con autoridad pronosticó un impacto
positivo con la reconstrucción de la zona de Kobe en el producto interior bruto
japonés. Al cabo de pocos días empezó a subir la bolsa de Tokio. Tenemos un
sistema de medida que permite afirmar que es bueno para la economía que haya
destrozos.
Sin ir tan lejos, aquí en casa, el
"sistema" establece que los accidentes de tráfico tienen globalmente
un impacto positivo en la economía del país, puesto que dan trabajo a
aseguradoras, a mecánicos, a médicos, a funerarias, etc.
...y otras
vacas sagradas
En segundo lugar del ranking de las vacas
sagradas de la economía aparecen otras variables socioeconómicas. La inflación,
el déficit público, la deuda pública acumulada, la productividad,... Todos
estos parámetros tradicionales miden la situación de un sistema desde un único
punto de vista, prescindiendo de los demás factores.
Parece razonable pensar que a los indicadores
macroeconómicos tradicionales les podríamos añadir otros de carácter ecológico
y social, para medir la sostenibilidad del sistema. Algunas propuestas de nuevos
indicadores podrían ser, a partir de las sugerencias incluidas en los informes
de "La situación en el Mundo" del Worldwatch Institute, los que se
indican a continuación:
- Utilización de fuentes energéticas renovables
- Indicador de eficiencia energética
- Materiales reciclables
- Residuos industriales
- Crecimiento poblacional
- Superficie sostenible
- Transporte sostenible
- Biodiversidad
- Desigualdad social
- Paro
- Precariedad laboral
- Integración étnica
MODELO ECONOMICO CAPITALISTA
Para definir el capitalismo es necesario definir
sus principios básicos, ya que no existe una definición precisa que sea
aceptada por todos.
Generalmente, el capitalismo
se considera un sistema económico en el cual la propiedad privada desempeña un
papel fundamental. Este es el primero de los principios básicos del
capitalismo. Se incluyen también dentro de éstos la libertad de empresa y de
elección, el interés propio como motivación dominante, la competencia, la
fundamentación en el sistema de precios o de mercado y un reducido papel del
gobierno.
Sobre la propiedad privada, el
capitalismo establece que los recursos deben estar en manos de las empresas y
personas particulares, de esta forma, a los particulares se les facilita el
uso, empleo y control de los recursos que utilicen en sus labores productivas.
Como consecuencia de lo anterior, los particulares podrán utilizar los recursos
como mejor les parezca.
La libertad de empresa propone
que las empresas sean libres de conseguir recursos económicos y transformarlos
en una nueva mercancía o servicio que será ofrecido en el mercado que éstas
dispongan. A su vez, son libres de escoger el negocio que deseen desarrollar y el
momento para entrar o salir de éste.
La libertad de elección se aplica a las
empresas, los trabajadores y los consumidores, pues la empresa puede manejar
sus recursos como crea conveniente, los trabajadores pueden realizar un trabajo
cualquiera que esté dentro de sus capacidades y los consumidores son libres de
escoger lo que desean consumir, buscando que el producto escogido cumpla con
sus necesidades y se encuentre dentro de los límites de su ingreso.
Competencia se refiere a la
existencia de un gran número de empresas o personas que ofrecen y venden un
producto (son oferentes) en un mercado determinado. En dicho mercado también
existe un gran número de personas o empresas, denominadas consumidores (también
llamados demandantes), las cuales, según sus preferencias y necesidades,
compran o demandan esos productos.
A través de la competencia se establece una
“rivalidad” entre productores. Los productores buscan acaparar la mayor
cantidad de consumidores para sí. Para conseguir esto, utilizan estrategias de
reducción de precios, mejoramiento de la calidad, etc., siendo esta la forma en
que la competencia crea un cierto control que evita el abuso por parte de
alguna de las partes.
El capitalismo se basa en una
economía en la cual el mercado predomina. En éste se llevan a cabo las
transacciones económicas entre personas, empresas y organizaciones que ofrecen
productos y las que los demandan. El mercado, por medio de las leyes de la
oferta y la demanda, regula los precios según los cuales se intercambian los
bienes y servicios, permite la asignación de recursos y garantiza la
distribución de la renta entre los individuos.
Cada uno de los actores del
mercado actúa según su propio interés; por ejemplo, el capitalista, quien posee
los recursos y el capital, busca la maximización del beneficio propio por medio
de la acumulación y reproducción de los recursos, del capital; los
trabajadores, quienes trabajan por la recompensa material que reciben (el salario)
y, por último, los consumidores, quienes buscan obtener la mayor satisfacción o
utilidad adquiriendo lo que quieren y necesitan al menor precio posible.
El gobierno en una economía
capitalista pura está reducido a su mínima expresión. Sólo se encarga del
ordenamiento jurídico que garantice ciertas libertades civiles y la
implantación de políticas indispensables para el funcionamiento de los mercados
y el respeto de la propiedad privada. Su presencia en la economía perturba el
funcionamiento de ésta.
Dependiendo del nivel de
influencia del gobierno en la economía, además del capitalismo puro, existen el
capitalismo autoritario (en el cual los recursos le pertenecen a los
particulares pero el gobierno dirige y controla gran parte de la economía) y el
capitalismo mixto (en el cual el gobierno y los particulares influyen en la
distribución y asignación de los recursos).
MODELO ECONÓMICO COMUNISTA (SOCIALISMO)
Término que, desde principios del siglo XIX,
designa aquellas teorías y acciones políticas que defienden un sistema
económico y político basado en la socialización de los sistemas de producción y
en el control estatal (parcial o completo) de los sectores económicos, lo que
se oponía frontalmente a los principios del capitalismo.
Aunque el objetivo final de los socialistas era
establecer una sociedad comunista o sin clases, se han centrado cada vez más en
reformas sociales realizadas en el seno del capitalismo. A medida que el
movimiento evolucionó y creció, el concepto de socialismo fue adquiriendo
diversos significados en función del lugar y la época donde arraigara.
Entre sus primeros teóricos se encontraban el
aristócrata francés conde de Saint-Simon, Charles Fourier y el empresario
británico y doctrinario utópico Robert Owen. Como otros pensadores, se oponían
al capitalismo por razones éticas y prácticas. Según ellos, el capitalismo
constituía una injusticia: explotaba a los trabajadores, los degradaba,
transformándolos en máquinas o bestias, y permitía a los ricos incrementar sus
rentas y fortunas aún más mientras los trabajadores se hundían en la miseria.
Como consecuencia del auge del capitalismo nace el socialismo, una
ideología política que atacaba los cimientos del capitalismo como doctrina
económica y social.
Esta ideología apareció al mismo tiempo en
Francia e Inglaterra (1830 y 1840), pretendiendo convertirse en un mecanismo de
control de la burguesía y de la propiedad privada, aunque en un principio no
pretendía abolirlos sino simplemente vigilarlos en pro del beneficio de la
clase trabajadora.
Carlos Marx, en 1844, creó un nuevo tipo de
socialismo, conocido como socialismo científico, el cual planteaba:
· El derrocamiento de la burguesía.
· La dominación del proletariado.
· La abolición de la clase burguesa.
· La creación de una nueva sociedad que no tuviera ni clases sociales ni propiedad privada.
El
socialismo científico
Gracias a Karl Marx y a Friedrich Engels, el
socialismo adquirió un soporte teórico y práctico a partir de una concepción
materialista de la historia. El marxismo sostenía que el capitalismo era el
resultado de un proceso histórico caracterizado por un conflicto continuo entre
clases sociales opuestas. Al crear una gran clase de trabajadores sin
propiedades, el proletariado, el capitalismo estaba sembrando las semillas de
su propia muerte, y, con el tiempo, acabaría siendo sustituido por una sociedad
comunista.
Las teorías marxistas fueron adoptadas por
mayoría; así, a finales del siglo XIX, el marxismo se había convertido en la
ideología de casi todos los partidos que defendían la emancipación de la clase
trabajadora, con la única excepción del movimiento laborista de los países
anglosajones, donde nunca logró establecerse, y de diversas organizaciones
anarquistas que arraigaron en España e Italia, desde donde se extendieron, a
través de sus emigrantes principalmente, hacia Sudamérica.
Fue sobre todo después de 1945 cuando se
relacionó el socialismo con la gestión de la economía por parte del Estado y
con la expansión del sector público a través de las nacionalizaciones. Aunque
los activistas socialistas concebían la propiedad estatal como un primer paso
hacia la abolición del capitalismo, las nacionalizaciones tenían por lo general
objetivos más prácticos, como rescatar empresas capitalistas débiles o
ineficaces, proteger el empleo, mejorar las condiciones de trabajo o controlar
las empresas de servicio público.
En el aspecto internacional, la mayoría de los
partidos socialistas se alinearon junto a Occidente durante la Guerra fría,
aunque importantes minorías dentro de cada partido intentaran hallar una vía
intermedia entre la democracia capitalista y el comunismo soviético,
denunciaron la política.
Hacia el final de la década de 1950, los
partidos socialistas de Europa occidental empezaron a descartar el marxismo,
aceptaron la economía mixta, relajaron sus vínculos con los sindicatos y
abandonaron la idea de un sector nacionalizado en continua expansión.
El fuerte incremento sufrido por los precios del
petróleo en 1973 fue el desencadenante de la crisis económica que puso fin a
esta hipotética edad de oro. Durante el final de la década de 1970 se pensó que,
en general, para restaurar el crecimiento económico, patronos y gobiernos
tendrían que alcanzar algún tipo de entendimiento con los sindicatos.
El creciente desempleo, sin embargo, debilitó a
los sindicatos y, al hacer aumentar la pobreza y los problemas con ella
asociados, hizo que la protección social del sistema del bienestar fuera mucho
más costosa de lo que lo había sido en los días del pleno empleo. Mantener los
niveles de bienestar con una tasa elevada de desempleo exigía un alto nivel de
impuestos, medida que no gozó del favor de los ciudadanos. Los partidos
conservadores se distanciaron del consenso político, aduciendo que era
necesario "hacer retroceder al Estado", reducir el gasto público y
privatizar las compañías estatales.
El derrumbamiento del comunismo en la Unión
Soviética y en la Europa central y oriental no constituyó un consuelo para la
izquierda europea occidental. La crisis de las economías planificadas
comunistas fue interpretada en términos generales como una prueba más de que
las decisiones espontáneas de millones de consumidores individuales, gracias a
los mecanismos del libre mercado, distribuían mejor los recursos de lo que
pudiera hacerlo cualquier forma de mediación estatal. Las ideologías
neoliberales ganaban, en consecuencia, terreno en multitud de países.
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